T:S; Eliot: “¿Dónde está la vida que hemos perdido al vivir?/ ¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido con el conocimiento?/ ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido con la información?”
Ahora que el conocimiento está divorciado de la vida, ¿cómo darle validez a nuestras vidas? Estamos inmersos en nubes de información e innumerables datos irrelevantes que no sirven para vivir. Es una situación enfermiza que está promovida por un sistema económico basado en la maximización de los beneficios, las personas están siendo convertidas, programadas, en consumidores expertos, pero acríticos: en verdaderos esclavos consumistas.
Limitar la vida humana al consumo, a sus aspectos físicos, biológicos y económicos es una perversión. En tiempo de crisis, como el actual nos preguntamos: ¿Cuándo perdimos nuestro camino de corazón, como dirían nuestros antepasados? El autor del libro Filosofía viva, La ecofilosofía como un árbol de vida, Henryk Skolimowski , Atalanta 2017, trata de responder a esta pregunta.
Henryk Skolimowski (1930 Varsovia) es creador de la ecofilosofía y es una figura importante en el cambio de paradigmas de nuestra época hacia una actitud reverente hacia la naturaleza, hacia una visión del mundo holística, vernos como parte integral del cosmos mismo. En este libro el autor hace su análisis de la filosofía occidental llegando a la conclusión de que nos perdimos como civilización cuando afirmaron las filosofías mecanicistas del S XVII que: “el universo es una enorme máquina, que el conocimiento es poder y de que la naturaleza existe para que nosotros la explotemos y saqueemos…” Es este afán de lujo, de placeres y de riqueza el que deteriora los valores morales del hombre pues lo degradan a un mero estamento de animal salvaje. Lo que nos hace diferentes a ellos es la posesión de poderes de discriminación espiritual y de elección de la verdad, esto nos hace seres morales, con responsabilidad espiritual y con potencial trascendental.
Una de las preocupaciones básicas de las distintas corrientes filosóficas ha sido el intento de penetrar en órdenes del ser que están más allá de lo físico, aquello que determina a lo físico. Skolimowski dice que el papel de la ecofilosofía, como una filosofía que señala el comienzo de una nueva era, debe ser: pluralista, arraigada en la vida y orientada hacia el cosmos, a diferencia de la epistemología actual, arraigada en la materia y orientada hacia el mecanicismo y las ganancias.
Afirma Skolimowski que todo, absolutamente todo en el universo está interconectado, es un sistema holístico flexible y cambiante en eterna evolución, y que es transformándonos a nosotros mismos y por ende transformando nuestras relaciones con los demás y con el cosmos como podremos construir un mundo responsable, dotando al mundo y a nuestras vidas de sentido y compasión. Superando la obsesión por los bienes materiales, que es una de las principales causas de la destrucción del medio ambiente y de nuestra desolación interior, es como empezaremos una era de hermandad de todos los seres, social, ética y espiritual. Una era de autoconciencia moral, que es la base del alma humana, esa parte del hombre que nace cuando la mente humana hace su primera acción moral autoconsciente, y que, por sus acciones buenas, bellas y verdaderas trasciende su estado material.
Una civilización que ha abandonado su sentido moral y ha repudiado su pasado, las milenarias raíces sagradas de toda civilización: la conexión con lo divino, con el cosmos, no merece trascendencia. Es por ello que el autor presagia este nuevo siglo como el siglo de la ecofilosofía, como el nuevo modo de vida pues esa angustia vital que permea a la humanidad actual es una falta de armonía entre la autoconciencia moral-espiritual y la autoconciencia puramente intelectual.