El Museo de las Culturas de Oaxaca es el espacio cultural más importante del estado de Oaxaca, su colección abarca objetos de las épocas prehistórica y contemporánea. Y el museo realiza eventos culturales y académicos en coordinación con el Centro Cultural Santo Domingo, que integra a la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa, a la Hemeroteca Nestor Sánchez y al Jardín Etnobotánico de Oaxaca.
El Centro Cultural Santo Domingo cuenta con varias salas, aulas y un auditorio, en los que se organizan una amplia gama de actividades. Además, tienen una cafetería y una librería de Educal.
Pero el museo, al formar parte del Centro Cultural Santo Domingo, parece estar condenado. Si se clasificara sería un museo tradicional, ya que sólo es un edificio, colecciones y público. Su papel sociocultural es ser un museo per se. Aunque sí adquiere, conserva y exhibe obra, no logra comunicar al público y tampoco tiene proyectos sobre investigación. Su enfoque no busca implicar al visitante en la exposición, la experiencia no es dinámica, ni multisensorial. Y desafortunadamente no muestra una actitud crítica.
En cuanto a los trabajadores, la mayoría son sindicalizados de gobierno y no cumplen un perfil. No hay una formación continua o una evaluación de las personas. Por pertenecer al INAH, los proyectos se enfrentan al aparato burocrático antes de poder concretarse. Por lo que cualquier evento se ve retrasado, o con dificultades para realizarse. Esto en comparación con otros museos de Oaxaca, que son más accesibles y que por lo mismo tienen más eventos. Además, la difusión es poca y, en ocasiones, casi nula.
El museo no forma una ciudadanía crítica o de aprendizaje. El museo es del turista y no del ciudadano. La institución no favorece la interactividad ni los cambios, no se ve un compromiso con la sociedad: No hay análisis de las exposiciones, sino contemplación; no funge como mediador en un entorno cultural tan amplio y cambiante como el de Oaxaca.
Por otra parte, sí busca preservar la cultura desde una perspectiva educativa, busca la construcción y conservación de la memoria a través de objetos. Respeta la cultura de las poblaciones autóctonas. Aunque el patrimonio es algo más que objetos y monumentos: es la expresión del sentir, de las ideas y de las relaciones de los pueblos.
Ante la globalización se ha atrincherado para no sufrir cambios. Recibe diferentes expresiones culturales, pero no favorece el entendimiento de los pueblos. No presenta la diversidad como una forma de enriquecimiento, sino que teme que se desplacen los valores. Al parecer, la mayoría de exposiciones son con la temática del respeto ante el origen de las poblaciones.
Otra característica es que la mayoría de exposiciones o eventos son promovidos a través del INAH y forman parte de alguna gira que es acogida por el museo. Lo que limita sus posibilidades.
Aunque están juntos cuatro recintos culturales juntos, cada uno tiene una diferente administración. Cada uno depende de una institución diferente. Lo que impide un trabajo en conjunto. Y además causa una confusión para los visitantes, ya que no es posible trasladarse de un lugar a otro, sino que hay que salir de uno para poder ingresar a otro.
Al final, la belleza del recinto es blanco de la clase más pudiente, de políticos y empresarios que rentan el inmueble para bodas y eventos. Los ciudadanos se mantiene alejados al ver políticos y güeras engüipiladas. Aunado a que desconocen los servicios del museo por falta promoción. El museo, al estar junto a Santo Domingo, se ha vuelto una la iglesia en lugar de una escuela. Y es triste, porque mientras la belleza del recinto lo mantenga anclado a la clase política, será imposible democratizar la cultura. Nuestra cultura.