Columna Semanal
29 de septiembre del 2017

Hace más de cien años los futuristas publicaron el primer manifiesto de arte en donde, además de presentar su movimiento, llamaban a destruir y quemar los museos. La intención era terminar con las “mafias, recomendaciones y proyecciones delictivas” ya que todo valía con tal de vender y lucrar. Los museos eran “esos infames mercados de tela sucia, de plagios grotescos.” Aunque bien podrían estar hablando del Museo de los Pintores Oaxaqueños, por época y ubicación sabemos que no.

Bueno, a partir de esas críticas, y otros factores, los museos empezaron a modificarse. Y el gran auge ocurrió en Estados Unidos, gracias a la iniciativa privada. En México la creación del MACO de Oaxaca en su momento representó un gran ejemplo. Pero tal vez ahora tengamos el peor de los ejemplos con el MUPO. Para empezar ahí no hay aplicación de los principios museológicos básicos. Y eso se vio en el improvisado y pésimo evento de Mezcal Beneva realizado hace unos meses. Y si de por sí la museografía está limitada por el tipo de edificios en Oaxaca, en la exposición colectiva de mujeres se dedicaron a atiborrar la pared con cuadros. Para las pintoras eso no representaba un problema, pero ninguna persona seria se hubiera prestado para hacer el texto de sala. Y así fue, por eso quedó un horrible texto, superficial, con serios problemas de ortografía y sintaxis.

Aunque el museo es una institución sin fines de lucro, es sabido por todos que en las exposiciones las obras suelen venderse, pero de manera discreta. No hacen un catálogo con los precios y se los dan a la secretaria de Cultura para que los lea en conferencia de prensa. En resumen, hasta eso hay que saber hacerlo. Lo que pasó en el MUPO no le ocurre a cualquiera. Y, según la ley, la ignorancia no te exime de punibilidad. Pero por la mala manera en que Seculta se manejó con la prensa podemos enumerar tres opciones: a) hubo complicidad, b) son uno incompetentes, c) las dos anteriores.

Es irónico porque Rodolfo Nieto es quizá el menos imitado de los pintores oaxaqueños. Digo, hay que saber de teoría para llegar al abstracto. Si se hubiera dedicado a maquilar animales o tecas como los pintores en Oaxaca, quizá se creería. Pero no, y pareciera que a nadie le importa haber manchado el nombre del maestro. Sólo en Oaxaca no se cumple esta sentencia de Heidegger: “La muerte es el lugar de mi irreemplazabilidad”. La prensa espectacultural nada más buscó cortar cabezas, los pintores bromearon porque no estuvieron implicados, a ellos les interesa el museo únicamente cuando hay oportunidad de presentar su obra. Sin embargo, hubo quienes sí esperábamos la exposición, queríamos ver a Nieto con sus contrastes cromáticos, con sus representaciones abstractas, cuidadosamente trabajadas para que el color no brillara, y no sucedió. En fin, lo ocurrido exhibe el principal problema de los museos en Oaxaca: los manejan como si fueran galerías. A la galería le interesa vender; el museo debe educar. Por eso lo proyectan como una iglesia y no como una escuela. El pueblo mantiene los museos y ni siquiera exponen lo que a la gente le gustaría ver.

Lo peor de todo es que, aunque intentó hacerse un alboroto, no pasó nada; ni pasará. Entre las declaraciones leímos que se “aprendió la lección”. Que dice la titular de Cultura que le corresponde al gobernador la decisión de destituir o no al director del MUPO. ¿Espera que se dé un tiempo, entre las interminables marchas de la 22, los normalistas, la basura en las calles, los huracanes y temblores, para resolver también lo del museo?

A estas altura podemos deducir que la respuesta era la opción C. Sabemos que hay gente incompetente y mal asesorada en Seculta. No pedimos la cabeza de nadie porque el lugar se quedaría semivacío. Mejor ya nos hacemos a la idea que será otro sexenio similar al pasado. El anterior fue caracterizado por un desfile de funcionarios que se dedicaban a negar los apoyos. En éste parece que a los zapateros, en lugar de mandarlos a sus zapatos, los arrojaron a Seculta.

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