La relación que existe entre el ser humano y la naturaleza nos proporciona un intenso sentimiento de existencia. Cada paisaje tiene dentro de sí un eco que se replica para el universo, el paisaje no es sólo lo que aparentemente se muestra a la vista sino también es la multiplicidad de sonidos, formas, silencios, texturas que se exponen ante un todo, un todo multiplicado en elementos naturales. Una imagen aparece tras los sueños, pero, al despertar, la memoria la ha velado por completo. ¿Cómo reconstruirla? ¿Cómo hallar de nuevo las imágenes que la vigilia nos ha arrancado? Inka Martí (Westfalia, Alemania, 1964) ha recopilado los paisajes que constituyen su mundo onírico, ha recreado sus sueños a través de la imagen fotográfica: un árbol se muestra en el centro de un espacio acuático, sus raíces oscuras se mezclan con el verde azulado del agua, la composición de esta imagen me recuerda a Las minas de Falun un cuento de Hoffman donde la poesía de la naturaleza se muestra en su esplendor más bello. La relación entre sueño y fantasía se han trenzado en las imágenes de la naturaleza. Inka Martí emprende su búsqueda en los elementos que dieron pie a la historia del ser humano: agua, tierra, viento, fuego. Quizá las sensaciones más próximas a la verdad que puede experimentar el hombre son aquellas que son provocadas por elementos propios pero que se hallan perdidos o extraviados fuera de uno mismo, aquellas que nos llevan a las raíces de nuestro más profundo origen. Entre los límites del silencio y lo fantástico, deambula por atardeceres la obra fotográfica de Inka Martí, un elogio fotográfico a la poesía de la naturaleza.
Espacios oníricos
[ Zumbido ] Fotografía
09 de febrero del 2017
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